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¿Cómo sentir la cuerpa en una sociedad tradicional que nos educa a avergonzarnos de nuestros procesos, flujos, deseos, emociones, anhelos y fluctuaciones?
Históricamente nos han sembrado miedo en las entrañas. Miedo al qué dirán, miedo a no “caer bien”, a no “ser atractiva” -según estereotipos-, a no ser amadas. Nos han impuesto una larga lista de quehaceres en la vida -la única vida que tenemos- para poder encajar y pertenecer. Nuestros propios nombres no están en esa lista de quehaceres, tampoco nos preguntaron qué queremos. ¡Destruyamos esas listas y expectativas! Somos capaces de escribir nuestras aspiraciones, metas, responsabilidades y de crear historias propias.
¿Cómo empezamos? Dándonos permisos para sentir, ser y vivir.
Sentir todos los rincones de ti no es lujo, sacrilegio, ni pecado. Sentir tu cuerpo y todo lo que eres, es tu derecho. También lo es conocer más tus procesos emocionales, tus pensamientos y la anatomía de tu cuerpa física. Investigarte con curiosidad y descubrirte con compasión y sin temor, así como darte permisos a aspirar o ser lo que quieras -you name it, el cielo NO es el límite- son los mejores regalos que te puedes dar en vida. Nadie puede quitarte tu poder de decidir por ti misma cómo te vistes, te peinas, te nombras, te proyectas y a quien permites cerca -o lejos- de tu cuerpo.
¿Qué te hace sentir viva?
Algunes profesionales de la disciplina de la #Somática explican que SOMA viene de una palabra griega que significa “el cuerpo vivo” o “el cuerpo que se auto-percibe vivo”. En el uso cotidiano de la lengua, la palabra “Soma” significa Cuerpo (ej. to soma mou = __ cuerpo mío, siendo to un artículo neutral que no existe en español). Soma fue de las primeras palabras que aprendí cuando hice mi certificación en Hatha Yoga (RYT200) en Atenas en el 2016. Y sí, en gran medida la Somática como disciplina que estudia la conexión mentecuerpo nos invita a sentirnos vivas, a experimentar qué sucede dentro de nosotras. También nos convoca a, si es posible y queremos, expresar lo que sentimos y percibimos usando nuestros propios términos y creatividad - sin lógica, juicios, ni análisis-.
Cuando comencé a tomar clases de danza contemporánea en el 2009, lo hice movida por el deseo personal de VIVIR a plenitud, de sentirme viva. Cada vez que pensaba en mi deseo de bailar y no poder hacerlo sentía punzadas en mi pecho. Cuando veía a bailarinas en la televisión o en el teatro me ahogaba un llanto aguantado en la garganta y notaba como movía mi cabeza y mis manos siguiendo los ritmos y desplazamientos de la danzante. Yo anhelaba estar en su lugar, ser movida y sentirme plena. Ese deseo me estremecía. ¿Cuánto dolor puede habitarnos cuando deseamos algo y no nos permitimos hacerlo? Finalmente decidí tomar clases de baile luego de un profundo proceso de reflexión. Recordé que a los 16 años me hice la promesa de vivir una vida sin remordimientos, sin espacios para la pregunta: ¿qué hubiese pasado si…. ? Sentí la certeza en mi cuerpo de que la decisión ya estaba tomada, ese llanto ahogado y esas punzadas ya me mostraban el camino. El dolor se volvió mensajero de mis deseos y a los 24 años comencé a estudiar danza, a partir de ese momento mi cuerpa se volvió más mía que nunca.
...una experiencia somática.
Lo que sucedió aquel entonces fue precisamente una “experiencia somática” que en ocasiones intenté analizar racionalmente. Mi cuerpa tenía sensaciones físicas vinculadas a emociones, era tan profundo el dolor y el anhelo que me permití intuitivamente reconocer cómo se sentían las ganas de moverme, explorar y ser creativa, pero más aún permitirme a mí misma la experiencia de bailar y sentirme al hacerlo. Mi primer día de clases fue un “fiasco” dentro de mí ardía en emoción mientras mi cuerpa temblaba de miedo y literalmente ardía en fiebre. Ese día durante la sesión 1:1 con Anamaría Amador Miranda, quien se convirtió en mi mentora por varios años, sólo pude acostarme en el suelo con mi pecho comprimido, sollozar un poco -sin dejarlo notar- y dejarme sentir todas las emociones que tenía. Yo estaba consciente que lo que sucedía era una reacción corporal al miedo de bailar, al miedo de lo desconocido. La primera clase fue una introducción a la anatomía, respiración y a sentir la cuerpa en momento de quiebre y transición. Estas sensaciones marcaron el resto de mis experiencias en la danza, abrieron la compuerta de mundos y posibilidades dentro de mí. En ese estudio de piso de madera en el corazón de Santurce comencé a vivir mi propia vida, una comprometida conmigo, mi cuerpa y mi plenitud.
"...la somática nos ofrece herramientas, espacios, dinámicas para explorar cómo vivimos, cómo nos movemos, qué sentimos, qué experiencias nos habitan, y cómo expresamos lo que sentimos."
Sentir la cuerpa no está condicionado al estudio de la disciplina somática. La somática no puede prescribir cómo es mejor para cada persona sentir su cuerpa. Ya somos cuerpas sintientes y a lo largo de nuestra existencia respondemos a las necesidades corporales ya sea de forma intuitiva o consciente. Lo que la somática nos ofrece son herramientas, espacios, dinámicas para explorar cómo vivimos, cómo nos movemos, qué sentimos, qué experiencias nos habitan, y cómo expresamos lo que sentimos. Somos seres cíclicos y cada cuerpa es distinta. Lo que nos permite conectarnos hoy no será lo mismo que nos hará sentirnos conectadas mañana. Teniendo esto en consideración, la práctica somática se vuelve un juego curioso que nos ayuda a desarrollar presencia plena, entender nuestras fluctuaciones y afianzarnos en la certeza de nuestras sensación. Esta certeza visceral o confianza en nuestras sensaciones es la que yo llamo sabiduría corporal y la educación somática nos ofrece acercarnos de forma amable y amorosa a confiar más en nosotras mismas y nuestras capacidades.
"...a lo largo de nuestra existencia respondemos a las necesidades corporales ya sea de forma intuitiva o consciente."
Permitirme bailar y profundizar en mi cuerpa, sentirla y vivirla ha sido una de mis mejores decisiones. Nadie puede quitarme la experiencia ni la historia que yo misma he escrito de mí a través de mis acciones. Y tú, ¿Qué deseas hacer que aún no has podido? Te invito a conocerte más, moverte en ti y crear compromisos diarios con tu cuerpa, vida y versión de ti que tú misma decides ser.
Permíteme acompañar tu proceso de auto-descubrimiento y auto-determinación a través de: la Yoga Somática, la meditación, la respiración consciente, el movimiento creativo y otras prácticas que te darán las herramientas para vivir en CONEXIÓN con tu cuerpa y poder crear tu propia historia de vida.
Si estas lista para conectar más profundamente contigo escríbeme a:
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